Recuerdo cuando abrir el buzón era como abrir la caja de los tesoros donde podías encontrar postales de viajes, cartas de amigos, facturas...
Comenzamos a usar el móvil y también internet y pasamos a recibir simplemente las facturas. Esa sensación placentera de abrir el buzón a ver qué encuentro se conviertió entonces en...a ver cuántas cartas del banco tengo hoy...
Hasta llegados a este punto, en el que ya ni siquiera recibimos las cartas del banco, te las mandan por correo electrónico, hay que ahorrar papel...
Todas las navidades, a pesar de lo poco que me gustan, me obligo a mandar unas cuantas postales que elaboro cuidadosamente con estas zarpitas que me ha dado Dios y espero ansiosa escuchar el ruido del buzón para ver si alguien me contesta...¡qué poca gente se anima!
Por sms y mails me contáis la ilusión que os hace recibir cartas que no sean del banco...pues no perdamos las buenas costumbres!
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