Un montón de críos y de no tan críos, se agolpaban alrededor de las vitrinas de los perrillos. Algunos intentaban hacer todas las monerías que podían en un intento de salir de esa cárcel de cristal. Otros se movían lo menos posibles asustados y agobiados por la calor...
¡Qué penica!
Y yo me pregunto angustiada...¿Qué harán con los animales que nadie compra?
...Mejor no me lo pregunto...
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