Vamos con el tercero!
Hacía tanto tanto calor, que de repente se me ocurrió una idea:
Bajé las persianas, abrí las ventanas para que hubiera corriente, metí los pies en un balde con agua y hielo. En una mano un mojito, en la otra un abanico, y proyectando las fotos de mis últimas vacaciones, por un momento, transformé la habitación en un pequeño paraíso sin salir del Campo de Borja.
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