jueves, 25 de noviembre de 2010

CUANDO LLEGASTE A CASA

No te esperaba, pero apareciste por sopresa en una pequeña caja de cartón. Eras una bolita de pelusa marrón llena de pulgas y con unos ojos que lo miraban todo asustado.
Te trajeron a casa de la abuela y yo llegué con una sonrisa de oreja a oreja a casa. No les hacías ninguna gracia, pero...yo estaba segura que en cuanto te vieran, no se podrían resistir.
Te costó acostumbrarte a vivir con nosotros. Tal vez echabas de menos a tus hermanos y a tu madre.
Pronto comenzaste a hacer de las tuyas. Tu especialidad, las zapatillas y arrastrar todo tipo de objetos.
Eras un perro pizpireto, siempre moviendo el rabo y pegando unos blincos enormes.
Marché a vivir a Ainsa y en cuanto escuchabas el ruido del coche, te ponías a ladrar(...otra de tus especialidades).
Un día, un coche te atropelló y te dejó malherido.
-Hay que sacrificarlo-dijo la veterinaria.
Estábamos muy tristes, nos veíamos incapaces. Yo no hacía más que llorar. Mi madre más práctica te hacía una fisioterapia en toda regla.
De eso hace ya por lo menos 8 o 9 años. No mueves el rabo, no levantas la patica...pero estás con nosotros. No creo que seas un perro infeliz...un poco cascarrabias, rectifico, muy cascarrabias eso sí.
No te gustan las fotos, te encanta comer y tienes un detector especial para los días de fiesta.
¡Me encanta tenerte aquí Rocky!
Ufffffffff! Me estoy poniendo sentimental!

No hay comentarios: